Nolita abre sus puertas en septiembre de 2023 en el barrio de Salamanca, Madrid, como una cafetería de especialidad y brunch all-day. Desde el primer día la propuesta ya tenía algo que conectar: comida rica, estética cuidada y esa sensación de “quiero quedarme un rato más”. En 2025, la marca da un paso de crecimiento y se abre un segundo local en Chamberí. Ese movimiento abre un nuevo escenario. La experiencia ya no vive solo en una dirección física, empieza a instalarse en la ciudad como parte del lifestyle de dos barrios que tienen ritmo propio. Y ahí es donde el contenido deja de ser acompañante y se convierte en un pilar de posicionamiento.
Comunicación en redes sociales
Tratándose de un local completamente nuevo en la ciudad, la primera fase de su comunicación estuvo más centrada en producto. Era importante enseñar la carta, los cafés de especialidad, las bebidas estacionales y todo aquello que definía su propuesta gastronómica. Mostrar qué se come, cómo se presenta y qué diferencia su brunch de otras opciones de Madrid ayudó a generar reconocimiento y dar contexto a la audiencia. Antes de construir personalidad, había que dar a conocer la base.
A medida que el público fue entendiendo la propuesta, seguir enseñando solo el plato dejó de tener sentido. La etapa de presentación ya estaba cubierta. Y desde mayo de 2025 el enfoque se ajusta. El contenido pasa de enseñar producto a proyectar un estilo de vida coherente con quien consume Nolita.
El nuevo tono de Nolita
El cambio del enfoque de producto a lifestyle no implicó simplemente variar la selección de fotos. Supuso un reajuste en cómo se construye la narrativa, qué se prioriza visualmente y qué tipo de códigos culturales se activan en cada publicación. El tono de Nolita empieza a apoyarse en lo aspiracional, pero sin perder cercanía. Busca reflejar ese estilo de vida femenino, contemporáneo y estéticamente cuidado que se ve en la ciudad y que está alineado con la persona que realmente consume la marca. La comida sigue presente como elemento relevante, pero deja de ocupar el centro visual de cada pieza para integrar otros elementos: moda, música, momentos y detalles cotidianos que ayudan a posicionar la marca más allá del plato.

El contenido empieza a situar al restaurante dentro de momentos reales del día a día: una pausa de media mañana, un brunch entre amigas, el café después de una reunión, o el simple placer de sentarse en una mesa bonita para desconectar un rato. Cuando las publicaciones se centran en escenas y situaciones que la gente reconoce, la respuesta cambia. La audiencia no solo mira la foto, se identifica, generando interacción de forma orgánica. El contenido deja de ser promocional y pasa a ser cercano y relevante para quien lo consume. Ahora la marca no se limita a ofrecer brunch. Construye un modo, una referencia cultural y una forma de verse reflejado. Ahí es donde el tono y personalidad de Nolita se consolidan.
Colaboraciones
Este cambio abrió también una nueva manera de seleccionar y activar colaboraciones. Las asociaciones con creadoras y perfiles de UGC dejan de basarse en volumen y pasan a basarse en afinidad. No se trata de que alguien “influya” por alcance, sino de que su forma de comunicar encaje naturalmente con la identidad visual y la personalidad de la marca. Cuando el estilo, el lenguaje y el tipo de contenido ya están alineados de origen, la colaboración se percibe auténtica.
Este planteamiento no es una tendencia estética pasajera. Es una decisión estratégica que refuerza el posicionamiento. El objetivo ya no es que alguien muestre el producto, sino que amplifique el estilo de vida que la marca representa. En ese punto el crecimiento deja de depender de momentos virales o de picos aislados de relevancia y se construye desde la consistencia e identidad.
En este contexto, la evolución de Nolita no se entiende como un cambio de “línea editorial”, sino como un cambio de madurez de marca. Cuando el contenido deja de explicar y empieza a posicionar, se convierte en una herramienta de construcción de valor, no solo de comunicación. Y eso es lo que realmente diferencia a las marcas que crecen de las que simplemente publican.